• Desarrollo del proceso de sojización
Breve reseña histórica
Históricamente nuestro país fue durante el siglo xx un fuerte productor de alimentos y proveedor de carnes y granos para la economía mundial. Dichas producciones por ende eran productos de exportación y a su vez alimentos básicos de consumo popular masivo en el mercado interno (situación que no estará ajena a tensiones a lo largo del desarrollo del siglo). De esta manera Argentina producía prácticamente todos los alimentos necesarios para su población y si bien existían grandes terratenientes, los pequeños y medianos productores tenían una incidencia importante
“Los pilares básicos de la estructura económica Argentina, no son distintos hoy al de los que regían en el momento de su decisión como Nación. Es decir, los de participar en la división internacional del trabajo como país dependiente de sus exportaciones agropecuarias para su desarrollo económico. El patrón de superar las crisis económicas ocasionadas por las deudas soberanas, se ha desarrollado con fuerza en épocas de crisis, apelando a la gran producción de granos que le permitieron al país balancear el déficit ocasionado por el endeudamiento. Así sucedió con el trigo, maíz y lino en el pasado y con la producción de soja transgénica en la actualidad” . Por supuesto que las fases de desarrollo involucran diferentes tecnologías y modelos productivos con diferentes estructuras socioeconómicas que tienen diferentes problemáticas sociales y ambientales, por lo cual encontraremos ciertas continuidades pero también rupturas, referidas al uso de herbicidas, la mayor degradación ambiental, la modificación en la estructura de propiedad de la tierra, la menor utilización de mano de obra que acarrea el proceso de sojizacion que se ha desplegado con fuerza en las ultimas décadas y la perdida de soberanía alimentaria que se da a partir de la producción ya no de alimentos sino fundamentalmente de forrajera .
A partir de la década del 70, comienzan a generarse una serie de transformaciones estructurales en la matriz económica llevando a la destrucción de la matriz que había regido durante las décadas anteriores basada en el proceso de ISI y un fuerte intervencionismo estatal en las diferentes áreas económicas, lo que garantizaba aun en situaciones políticamente adversas una serie de “pisos mínimos” que estaban fuera de discusión.
De la mano de la doctrina de seguridad nacional, la ideología neoliberal, la apertura económica con su correspondiente proceso de valorización financiera y la sangrienta dictadura institucional de las fuerzas armadas se inicia lo que Brailowsky definió como una nueva fase de desarrollo con un conjunto de procesos transformadores en la estructura productiva agropecuaria que permiten la introducción del doble cultivo, en vez de alternar agricultura con ganadería comienza un proceso de agriculturizacion basada en dos cosechas anuales, producto de, entre otras cosas, las determinaciones de las rentas diferenciales. Este proceso como sostiene Teubal “fue posible por la introducción de nuevas variedades de cultivos que permiten sembrar cultivos de segunda, los que comienzan a tener preeminencia al ser combinados sobre todo con la producción triguera” . Este proceso de desenvuelve fuertemente en la zona pampeana, sobre todo en las zonas maiceras produciéndose un leve pero sostenido retroceso de la producción de maíz y sorgo y las actividades ganaderas, las cuales comenzaron a asentarse lentamente en zonas marginales.
El proceso de transformación agraria se va desplegando durante las siguientes décadas basadas fundamentalmente en una serie de innovaciones tecnológicas que acompañaban la producción sojera y que operaban como “paquetes tecnológicos” que se invertían en los suelos agrarios en plena competencia capitalista (lo que implicaba el aumento de la importancia de la renta diferencial 2 mencionada anteriormente). Se abre una etapa donde comienza a exacerbarse la lógica cortoplacista y extractiva y donde correlativamente comienzan a caer los indicadores sociales referidos a la calidad de vida de buena parte de la población, incrementando así mismo el uso parcial, de desaprovechamiento y degradante de los suelos dedicados a la actividad agrícola.
Refiriéndonos específicamente al proceso de surgimiento de la soja, esta comienza a difundirse tímidamente durante la década del 60 como un cultivo experimental promovido en ese momento como un cultivo mejorador de los suelos y propietario de una serie de bondades potencialmente utilizables. Las instituciones oficiales comenzaron a realizar los llamados Estudios Comparativos de Rendimientos (ECR) a nivel nacional generando una serie de selecciones de semillas adecuadas a las diferentes condiciones climáticas propias de nuestro país y que posteriormente serán utilizadas por Monsanto y otras compañías semilleras para introducir los genes transgénicos.
Este proceso sigue con un leve crecimiento durante los 70 y comienza a tomar un envión cuantitativo durante la década del 80 hasta llegar al posterior salto tanto cuantitativo como cualitativo en la década del 90 con la administración Menem.
Es precisamente en esta década donde se da el mencionado gran salto tecnológico en el agro argentino siguiendo la lógica del capital involucrando una mayor concentración de capitales en ciertas actividades agrarias en detrimento de otras mas tradicionales, pasando de la producción de alimentos tanto para exportación como fundamentalmente para el mercado interno, a la producción de commodities fundamentalmente para exportación, con severas consecuencias para los diversos ecosistemas del país y severas consecuencias socioeconómicas con deterioros de los principales indicadores referidos al bienestar social, generándose lo que mencione antes como la paradoja aparente del pobre hambriento y el pan pudriéndose. Uno no puede realizarse siquiera como fuerza de trabajo para garantizar su propia reproducción y el pan no puede realizarse como mercancía en el proceso de distribución y cambio, por ende la ganancia no se realiza, no se concretiza. Pero esta paradoja es aparente, porque por un lado responde a la propia lógica capitalista donde el proceso de producción y consumo esta mediado por los de distribución y cambio donde la concreción de la ganancia privada pasa necesariamente por el mercado y la sanción social (reconociendo los tiempos de trabajo, pagando de esta manera el valor que dicha mercancía encierra, el cual a su vez encierra el plusvalor que le es negado al trabajador). Pero por otro lado tenemos un problema aun mas grave; el pan pudriéndose desaparece ya que no se esta produciendo solo comida que se echará a perder sino es consumida en el mercado interno, sino que se produce commodities para exportar, por ende al problema de la pobreza y del hambre se le añade la perdida de soberanía alimentaria que desarrollare posteriormente.
En esta década se inicia una expansión vertiginosa favorecida por varias reformas estructurales que implicaron entre otras cuestiones una serie de desregulaciones. Como sostiene Bacci “en 1992 la secretaria de agricultura, ganadería, pesca y alimentación de la nación ( SAGPyA) anuncia que termino la era del maíz y se autoriza en todo el territorio la introducción de semillas genéticamente modificadas resistentes al veneno que elimina a otras plantas naturales. La primera introducida fue la soja, una forrajera no recomendada para consumo humano porque carece de hierro, calcio, minerales además de propiciar desordenes fisiológicos” .
Esta semilla es rápidamente aceptada por los productores, inducidos por la capacidad de lobbie de las corporaciones que las producen, las cuales además venden los insumos y la tecnología de la que el productor pasa a depender y son a su vez, las empresas acopiadoras y exportadoras (como Monsanto o Cargill), ya se puede ir vislumbrando quienes son los grandes vencedores de estos procesos de profundas transformaciones.
Recordando el apartado referido a la mundialización del capital y la extranjerización de nuestra economía en manos de grandes corporaciones transnacionales es menester dar cuenta del auspicio que otorgaba la mismísima Casa Blanca, bajo las administraciones de Bush y fundamentalmente de Clinton para quien la cuestión paso a ser de “seguridad nacional” (y ya sabemos que cuando hablan de seguridad nacional el mundo tiende a volverse mas inseguro).
Es en esta década de “relaciones carnales” donde se introduce la soja transgénica en la Argentina, operando como punta de lanza para lo que luego se denominara “Republica unida de la soja” (que consta de los actuales territorios de Argentina, Paraguay, Brasil, Bolivia y Uruguay). La Argentina en cuanto “aliado estratégico” de EEUU ofrecía además ventajas comparativas y ofrecía lo que un conocido gurú estadounidense definía como “importancia del libre comercio para la agricultura norteamericana” lo que es como decir “preservar del suministro de víveres por parte de EEUU a países que vayan perdiendo su soberanía, en particular, la alimentaria”.
Si en 1992 la SAGPyA habilita la introducción de dicha semilla transgénica, 1995 será el año de su explosión, cuando el proceso de reforma estatal llega a lo agrario, otorgándole el control de la política agraria a Monsanto y su sequito de socios, a través de la liberación y desregulación de la soja RR para poder aprovechar la comercialización de dichas semillas en esa misma campaña (como se puede ver el Capital avanza con prisa y sin pausa).
La soja RR es lograda por NIDERA con licencia de Monsanto y se la denomina así en alusión al round up que es el nombre comercial del Glifosato, el herbicida al cual es resistente dicha semilla de soja RR. El denominado paquete tecnológico consiste en la combinación de dicha semilla con cantidades cada vez mayores de dicho herbicida, el cual obviamente es producido por Monsanto. Recordemos que una vez que el productor introduce la semilla en su campo inmediatamente pasa a depender del paquete tecnológico de dicha compañía.
Así, como sostiene Teubal: “el glifosato se transformo en el principal insumo fitosanitario con ventas totales que pasaron de 1,3 millones de litros en 1991 y 8,2 millones de litros en 1995 a 30 millones de litros en 1997. Su facturación en 2002 fue de 263 millones de dólares lo que explica el 42% de las ventas de agroquímicos” .
Estas transformaciones drásticas implican una concentración de la producción de semillas, insumos y paquetes tecnológicos en muy pocas manos y una creciente extranjerización de nuestra economía.
Ejemplos de estas cuestiones son mencionados por Teubal al sostener que “siete empresas extranjeras multinacionales dedicadas a la exportación de cereales concentran mas del 60% de los volúmenes exportados” , entre dichas siete encontramos verdaderos monstruos como Cargill, Nidera, Bunge, agd, Dreyfuss. Todo esto sumado a la vulnerabilidad e incertidumbre que se generan por estar sujetos a los humores del mercado externo. Respecto a la inserción del país en el mercado externo como fuerte productor de soja, es necesario señalar que la Argentina es junto con Brasil y Estados Unidos uno de los principales exportadores de soja del mundo. A diferencia de Brasil que exporta los granos, nuestro país exporta fundamentalmente aceites y harinas derivados de la misma, producto de la actividad de las modernas plantas aceiteras que se instalaron a orillas del río Paraná donde se encuentra el núcleo geográfico de la cosecha. Estados Unidos a su vez exporta tanto granos como productos derivados. Estos países están sujetados como sostuve, al humor del mercado mundial, fundamentalmente de China e India (para fundamentalmente alimentar animales derrumbando el mito tejido en torno a las culturas orientales y su predilección por la soja), pero también por la Unión europea la cual a partir de ciertos problemas como los casos de “vaca loca” decidieron comenzar a alimentar sus ganados con soja .
Es necesario remarcar un dato importante que permite comprender a las claras el gravísimo arrasamiento ecosistémico de nuestro país. Nuestro país se encuentra entre los diez países con mayor superficie territorial. Pero a diferencia de los restantes ( EEUU, Canada, Rusia, China, India, Brasil por citar los principales) nuestro país es el único que se despliega fundamentalmente en sentido norte-sur, lo que permite tener una variabilidad de climas, una increíble diversidad de paisajes lo que implica una oferta ecosistémica de lo mas diversa con innumerables elemento naturales, los cuales podrían ser potencialmente recursos naturales pero que sin embargo son destruidos por no ser considerados valiosos por la lógica capitalista a favor de la intensificación de la extracción de un numero ínfimo de recursos naturales generando como ya mencione un grave deterioro en el equilibrio ecológico, en la relación hombre naturaleza, con fuertes problemáticas ambientales y consecuencias sociales y siendo severamente insustentables lo que implica una degradación de la calidad de vida y una hipoteca sobre las generaciones futuras.
Respecto a las exportaciones encontramos un conjunto de nuevos intermediarios. Estos, son nuevas plantas que se han instalado sobre los puertos, generalmente sobre el río Paraná (epicentro del proceso de sojizacion) ya que casi la totalidad de la producción se exporta. Asi, la provincia de Santa fe cuenta con cerca del 80% de la capacidad instalada de crushing y las nuevas unidades de producción instaladas en esa zona tienden a reemplazar a las unidades mas antiguas que están en zonas mas interiores del país. Con respecto al proceso de refinado, la producción esta concentrada en 6 empresas que concentran el 75% del refinado. tres son filiales multinacionales (Bunge, Cargill y Dreyfus) y tres son de capital nacional (Molinos, Vicentin y General Deheza). Es necesario recalcar que estas tres filiales concentran casi la mitad de la oferta en Brasil y en Estados Unidos, esto les permite una capacidad de maniobra significativa, alejando a la industria aceitera de la figura de un mercado perfecto. Estas nuevas plantas son mucho más grandes, más eficientes, requieren de poca mano de obra, están cerca de los puertos con lo cual aumentan notablemente la productividad. Con respecto a la utilización de la mano de obra esta es ínfima ya que el sistema de siembra directa y del paquete tecnológico de la semilla transgénica permiten reducir la mano de obra de modo directo o indirecto (subcontrataciones). Esto se suma a la alta tecnología de las refinerías lo que se traduce en menor necesidad de operarios. Jorge Rulli afirma que “Argentina a partir de 2004 pasa a ser el primer exportador mundial de productos procesados, con mas del 50% de la producción convertida en harina y aceite” .
Las empresas que comercializan semillas transgénicas son Nidera 58%, Monsanto 19% y don Mario 16% entre las mas significativas, todas con licencia de uso de tecnología por parte de Monsanto, empresa para la cual la semilla de soja representa solo el 10% de su negocio en el país contra el 90% que surge de la venta de insumos y de por ejemplo híbridos de maíz y girasol. A estos datos cabe agregar el constante aumento de precios de la soja a partir de 1997, lo que incrementaba aun mas la lógica cortoplacista extractiva, atando de forma dependiente a los productores a toda la serie de insumos ofrecidos por Monsanto.
Estas son transformaciones que el mismo Rulli sostiene como una serie de procesos por los cuales “pasamos de producir proteínas animales a insumos para la producción europea de esas proteínas con varias consecuencias desastrosas” , con una serie de números escalofriantes que hablan a las claras de la intensidad de dicho proceso lo que agravará aún más los deterioros ecosistémicos y las consecuencias socioeconómicas. En referencia a estos números a modo de ejemplo Teubal menciona que ““la producción de soja pasa de representar poco mas del 10% de la producción de cereales y oleaginosas en1980/81 a casi la mitad de la producción total de esos rubros en 2002/2003. En cambio el trigo, el maíz y la categoría otros redujeron su participación en el mismo periodo de 29,2%, 18,8% y 35, 5%a 23%, 11,3% y10, 4% respectivamente” . Esta tendencia al monocultivo también se observa en referencia a la superficie sembrada pasando de representar el 9% en 1980 al 48% en 2003. Este proceso denominado de sojizacion se da de la mano de drásticas consecuencias mencionadas: perdida de cultivos, de soberanía alimentaria, de biodiversidad, consecuencias socioeconómicas desastrosas para el campo popular y una creciente hipoteca a las generaciones futuras en referencia a la sustentabilidad del modelo.
En referencia a la perdida de cultivos Adolfo Boy en el texto de Rulli, aporta una serie de datos sumamente gráficos: “las producciones de arvejas, lentejas, maíz dulce han tendido a desaparecer sin realizarse en otras regiones, por ende pasamos a ser importadores de dichos productos de consumo básicos, al tiempo que la producción sojera sigue creciendo. Esto se traduce a su vez en un aumento de precios de estos nuevos productos “escasos” que el país debe importar. Además el hecho de pensar en términos de producción para exportaciones hace que los precios internos de los productos locales también aumenten pagando dicho precio solo el que puede, lo que tiene implicancias tremendas para los sectores populares en un contexto de fuertes descalabros económicos, aumento de la pobreza y una retirada del Estado de ciertas áreas claves que permitían regular este tipo de situaciones.
En la década del 70 las producciones rurales se caracterizaban por una combinación de agricultura con ganadería que aseguraban la fertilidad de los suelos sin el uso de fertilizantes y la sanidad de los cultivos por la rotación de los mismos, sucediéndose el trigo, el sorgo, el maíz, el girasol, el coriandro, etc.
Se cultivaban al menos 5 tipos de papas (sebazo, kathadin, Kennebec, huinkul, White rose), que se plantaban en dos épocas; habían 4 tipos de batatas (bolivar, criolla colorada y criolla blanca, cennential), el maíz dulce o choclo tenia vastas superficies dedicadas a su producción e industrialización, al igual que la arveja o la lenteja. Posteriormente la soja comenzó a expandirse de forma tal que por ejemplo en Entre Ríos el girasol bajo de 160.000 hs a 46.000 y el arroz de 152.000 hs a 51.700 hs, aun cuando la superficie dedicada a la producción de granos haya aumentado gracias a la expansión de la frontera agraria y en detrimento de una serie de ecosistemas arrasados por dicha lógica.”.
Si bien ha habido ciertas tendencias contrarrestantes en los números de los productos agrícolas tradicionales producto de los incrementos de las productividades, la importancia de la soja sobre el total de la producción agraria ha tendido a crecer en los últimos años.
Agreguemos a este cuadro que la sojizacion arrasa con el modelo agropecuario tradicional en detrimento de la sustentabilidad de la producción agropecuaria y el uso incrementado de agrotóxicos provoca el aumento y la expansión de patógenos en el suelo, el sistema de siembra directa si bien evita en cierto punto la erosión del suelo es sumamente perjudicial ya que provoca el resurgimiento de enfermedades dado que deja las raíces y los tallos infectados con hongos patógenos dentro del suelo hasta el año siguiente. Por este motivo los productores deben recurrir a cantidades mayores de pesticidas, funguicidas para combatirlos, sumado al creciente carácter dependiente de cierto herbicida y de fertilizantes. A modo de ilustración, una propaganda de Syngenta declara que la soja es una maleza que queda en la tierra luego del cultivo y para combatir dicha maleza rebelde ( soja RR que crece fuera de temporada) propone la utilización de Gramoxone ( paraquat) y Gesaprim ( atrazina) ambos productos obviamente comercializados por dicha empresa.
Lo mismo sucede con ciertos insecticidas, entre los más recomendados encontramos la cipermetrina o la deltrametrina recomendados contra la chinche verde que es una de las plagas mas frecuentes que aquejan a la soja RR en nuestro país. El arrasamiento de la biodiversidad comienza a generar serios desfasajes en el propio funcionamiento de los ecosistemas arrasados, generando mayores desequilibrios en la relación “hombre-naturaleza” que se traducen en mayores problemáticas ambientales, las cuales buscan ser solucionadas por los empresarios profundizando dicho modelo, obligados por la propia competencia que les impone la lógica cortoplacista del capital por simplemente aumentar productividades y apropiarse de mayores porciones de ganancias, de esta forma, el surgimiento incluso de nuevas plagas como las babosas implica el uso de nuevos pesticidas(en este caso el metaldehído).
Así comienzan a desarrollarse nuevas amenazas tanto para el medio ambiente como para la salud humana, como bien observan ciertos estudios a los cuales, obviamente, se les dificulta su salida a la luz, ya que los discursos legitimadores de este modelo productivo nefasto requieren de la cooptación de las instituciones y de la misma ciencia .
Este modelo agroindustrial tiene por base la siembra directa y la llamada “agricultura sin agricultores”, simplemente basta con que el capitalista invierta en el paquete tecnológico que brinda Monsanto y después a esperar la valorización de sus capitales. La tierra es simplemente un recurso más y los trabajadores del campo, los campesinos obstáculos para el desarrollo capitalista. Lo mismo sucede con otras formaciones económicas o con las comunidades de pueblos originarios las cuales son corridas constantemente a medida que dicha frontera agraria se expande con las consecuentes deforestaciones y demás daños medioambientales.
Dicho modelo suele recibir el nombre de “agro negocios”, definido por Norma Giarraca como “ el modelo impuesto por el neoliberalismo económico que se basa en una lógica de producción con fuerte apoyo del sector financiero, orientado a la exportación, con fuerte inversión de agroquímicos, semillas transgénicas y en gran escala. Se diferencia del anterior modelo agrícola y agroindustrial porque expulsa a la pequeña unidad familiar, reduce la incorporación de mano de obra y la fragmenta” , siendo una definición que engloba muy certeramente las diferentes aristas de dicha problemática.
Cabe mencionar además, el proyecto de la hidrovia Paraná- Paraguay ( que busca unir dos epicentros de este proceso de sojización) observando que es un problema a escala regional que es englobado bajo lo que algunas corporaciones denominan “ Republica Unida de la soja” que comprende los actuales territorios de Argentina, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay, lo que implica el tremendo poder de dichas corporaciones para barrer fronteras y superar limites u obstáculos en relación a las resistencias que pueden establecer los diferentes Estados nación.
Esta hidrovia cumple una función similar a la de los ferrocarriles del siglo XIX, permitiendo articular el modelo extractivo a escala regional donde la soja es el producto principal por lejos y que lleva a impactos ambientales prácticamente incalculables. Asociaciones medioambientales locales, afirman que las alteraciones en el curso de los ríos, al aumentar su anchura y profundidad de calado, para lograr que en períodos de sequía los barcos pudieran seguir navegando, produciría enormes alteraciones en el equilibrio ecológico. La concentración de fauna en la región es significativa: se han contabilizado 170 especies de peces, 30 de anfibios, 1.100 de mariposas y más de 650 de aves. Algunos mamíferos destacan por su belleza y por su fuerza, como el jaguar o el ciervo del pantanal. Otros, por sus originales formas y costumbres, como sucede con el oso hormiguero, el armadillo y la nutria gigante. Algunos sobresalen del resto por su desproporcionado tamaño, como sucede con el carpincho o capibara. La red de organizaciones no gubernamentales Ríos Vivos, son críticos al proyecto de la hidrovía. Ríos Vivos aseguran que, "los estudios oficiales son muy limitados e ignoran significativos impactos acumulativos, directos e indirectos, sobreestimando los beneficios de este proyecto" . Recordemos además que este proceso sigue la propia lógica del capital en un contexto de fuerte endeudamiento ilegitimo de los países en cuestión, no siendo una mera casualidad que se conjuguen el proceso de sojización con el proceso de mayor endeudamiento de la década de los 90 y el proceso de fuga de capitales ya sea por pagos de deuda publica como por salidas de ganancias extraordinarias o pago de dividendos entre otros. Estos países, se ven así obligados para saldar sus “ deudas soberanas” a acudir en forma cada vez mas creciente y dependiente a la producción de estos commodities para exportar y obtener divisas en detrimento de la producción de alimentos para el mercado interno, de la calidad de vida y de los impactos ambientales que este tipo de producción generan con costos sociales y ambientales incalculables, incrementando la lógica cortoplacista y un manejo sumamente nefasto de la oferta de los ecosistemas de la cual solo se extraen unos pocos recursos naturales de forma intensiva degradando, desaprovechando y utilizándolos de forma parcial.
La entrada de la semilla transgénica en nuestro país se dio de la mano de una serie de “facilidades” que indujeron al fuerte crecimiento de su uso “El reducido precio de las semillas, la posibilidad que se dio a los productores de guardar la bolsa blanca y el glifosato barato, además del precio altísimo de la soja en los mercados internacionales, favorecieron que en poco tiempo la sojaRR fuera adoptada en forma descontrolada a lo largo del país y que su cultivo se expandiera desde las Pampas hasta invadir las selvas de las Yungas y el Chaco en el norte argentino, arrasando con poblados, cultivos tradicionales y de subsistencia de grupos campesinos e indígenas, bosques hasta llegar a abarcar hasta ahora cerca de 15 millones de hectáreas” . Asi se pueden indagar consecuencias tanto sociales como ambientales referidas a la expansión de la frontera agropecuaria para la intensificación de la siembra directa de soja transgénica, es decir para una agricultura sin agricultores.
Este proceso acarreó fuertes cambios demográficos. En 1992, el que fuera subsecretario de Agricultura, Carlos Ingaramo, indicaba que 200.000 productores tendrían que desaparecer de las áreas rurales y que las unidades productivas con menos de 200 hectáreas no eran viables para competir globalmente. Los resultados preliminares del censo agrícola ganadero de 2002 provistos por el INDEC muestran que la cantidad de unidades agro-productivas ha sido reducida desde 1988 a un 24.5%. Es así como el número de chacras se redujo en más de 103.400, mientras el área de las unidades han aumentado. Se ha registrado un incremento en la superficie de las unidades del 27.8% promedio de 421 hectáreas en 1988 a 538 en 2002. A pesar de que la llamada revolución verde en Argentina comenzó a mediados de los años 70, el gran cambio en la producción llegó en 1996, con la introducción de la Soja RR de la mano de la siembra directa. Este sistema productivo introdujo, lo que se conoce como pooles de siembra, que reemplazaron al contratista por firmas inversoras, quienes alquilan la tierra a los chacareros empobrecidos para plantar invariablemente soja. Esto tiene consecuencias también desde el punto de vista de la salud de las poblaciones rurales aledañas que conviven con las fumigaciones y respiran a diario herbicidas y pesticidas con implicancias inhumanas que incluyen perdidas de embarazos, enfermedades respiratorias crónicas, diversos trastornos de la salud, llegando a desarrollar cancer y malformidades en los recién nacidos.
Respecto al impacto ambiental es importante destacar el proceso de deforestación, por ser nuclear del proceso de sojizacion al tiempo que es sumamente ilustrativo del arrasamiento de enormes ecosistemas que cumplen un equilibrio ecológico que la lógica capitalista niega constantemente aunque sin poder abolirlo. Como sostiene Sejenovich “En general cuando se dice que se extendió la frontera agrícola, son malas noticias. Sobre todo porque avanza sobre bosques, si lo hiciera sobre pasturas habría que ver cómo son los suelos, los cultivos, etc. Pero si se lo hace en detrimento del bosque es siempre una mala noticia" . El mismo autor prosigue: “No debe perderse de vista que si en un lugar había bosque es porque allí había procesos, a veces centenarios o hasta milenarios, que devinieron en bosque. Y la relación es sistémica: no es que yo saco el bosque, pongo cultivos y no pasa nada... Hay una relación del árbol con el suelo, con el agua y con el escurrimiento y con las cuencas. Y los nutrientes en general en los bosques no están en los suelos sino en los árboles". Cuando se desmonta para cultivar, cuando avanza la frontera agrícola, ""se saca el reservorio de nutrientes de los árboles y en general se pone una sola especie, muchas veces exótica, que recibe ataques naturales de todos lados... Y entonces, el agricultor la defiende con todos los subsidios energéticos posibles: pesticidas, herbicidas, fertilizantes, que utilizados sin control dañan el suelo y contaminan las aguas".
En la Pampa húmeda "el reservorio de nutrientes no está en los árboles, sino en el suelo, por eso pese a todo el cultivo intensivo los problemas de degradación del suelo son a mediano plazo". En cambio, ""donde había bosques, al talarlos se les quitan nutrientes al suelo, y por eso los rindes en el corto plazo son muy bajos, y por eso la tierra queda de inmediato degradada". Esto no quiere decir que toda la agricultura sea mala, sino que hay que analizar cada caso conociendo la compleja oferta del ecosistema en cuestión maximizando la producción, el aprovechamiento y el uso integral minimizando la destrucción, desperdicio y uso parcial y garantizando la sustentabilidad del proceso productivo enmarcado en una relación armoniosa con el ecosistema que lo sustenta.
“Dos informes publicados en noviembre de 2003 por la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal, Dirección Forestal, Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Ministerio de Salud de la Argentina, manifiestan que el aumento de la superficie cultivada con soja son responsables de deforestación en Salta, Chaco, Santiago del Estero, etc. En el informe sobre la provincia del Chaco, se presentan datos del Ministerio de la Producción provincial: “La producción agrícola también responde al gradiente de precipitaciones y se encuentra concentrada en la zona Sur y Este de la provincia. En el año 2003 la superficie cultivada de la provincia es de aproximadamente 1.300.000 ha, de las cuales la soja es el principal cultivo y posee una tendencia de aumento de la superficie ya que pasó de 500.000 a 700.000 ha cultivadas en el período 2001-2003...” En el informe sobre Deforestación en la zona de transición entre Yungas y Chaco en la provincia de Salta, Región Parque Chaqueño período 1984-2001, los autores expresan: “En los últimos años, diversos factores socioeconómicos y ecológicos han coincidido en la generación de un contexto favorable para la expansión de la frontera agrícola en la zona de transición entre las Yungas y la región Chaqueña, especialmente en la zona que se extiende en sentido norte-sur dentro de la provincia de Salta desde J.V González hasta Tartagal. Algunos de los aspectos que favorecieron esta expansión agrícola (principalmente el cultivo de soja) son: mejoras en caminos, innovaciones tecnológicas, un marco económico que favoreció la inversión extranjera y mercados favorables para los productos agrícolas. Desde el punto de vista ecológico, existe en el área disponibilidad de suelos profundos en el pedemonte de las sierras de Tartagal, pero la actividad agrícola se veía acotada por la limitante natural de las precipitaciones, sin embargo, en los últimos años se ha producido un incremento de las precipitaciones en el Noroeste Argentino, lo que ha incentivado la expansión agrícola hacia zonas tradicionalmente marginales (hacia el Este). Estos puntos hacían suponer una alta tasa de deforestación, motivando este estudio en particular sobre la región”. Ambos informes cuentan con imágenes satelitales que muestran la evolución de la deforestación de las Yungas y el Chaco comparando fotos entre 1984 y 2001. En las conclusiones muestran valores de deforestación que describen como superiores a los calculados para el mundo en general y que se encuentran entre los valores calculados por estudios semejantes en la Selva Lacandona mexicana y las tierras bajas bolivianas que son señaladas como áreas de importancia extra-amazónica en Latinoamérica” .
Estos datos además pueden ir presumiendo una respuesta a una serie de preguntas que vienen surgiendo como ser: ¿ Cómo puede ser que nuestro país se sostenga con este modelo tan poco sustentable? ¿Estamos dispuestos a seguir asumiendo costos que la Economía Política se niega a reconocer? ¿Estamos dispuestos a garantizar con la degradación ambiental, la vida humana y la hipoteca de las futuras generaciones a la reproducción ampliada del capital? ¿ Seguiremos confiando ciegamente en preceptos tales como el desarrollo y el crecimiento ilimitados? Y por otro lado: ¿como puede ser que Argentina teniendo la potencialidad para producir alimentos para 10 veces mas población que la actual se encuentre con graves problemas de hambre y desnutrición?, si pensamos que la mayoría de la población vive en zonas urbanas y los problemas rurales fueron invisibilizados al punto de creer que producimos alimentos cuando estamos produciendo insumos, commodities para alimentar animales en países lejanos el panorama se torna distinto. El problema se torno urbano, masivo y mediatizado a partir de la aparición “sorpresiva” del hambre y la desnutrición con enormes cantidades de personas revolviendo basurales, chicos que literalmente mueren de hambre y una serie de enfermedades producidas por la desnutrición crónica, amenazando el hambre con convertirse en una endemia.
De esta manera se desprenden una serie de respuestas a las preguntas-ejes planteadas por Hector Sejenovich en referencia al funcionamiento del modelo. Ya pudimos observar que este modelo extractivo se basa en un mal manejo de la oferta ecosistémica, con un alto grado de destrucción, desaprovechamiento y uso parcial de los elementos naturales. Estos momentos se dan en las diferentes fases de la producción, entendiéndola de forma integral como el proceso de producción-distribución-cambio y consumo generando fuertes desajustes en la relación entre sistemas ecológicos y sociales, entre sociedad y naturaleza con las implicancias graves mencionadas.
Como sostuve anteriormente este modelo se ubica en las antípodas del desarrollo sustentable, ya que al mal manejo de la oferta ecosistémica, encontramos un arrasamiento de dichos ecosistemas poniendo en jaque la sustentabilidad de generaciones futuras al tiempo que con este proceso se da una fuerte caída de la calidad de vida de la mayoría de la población, lo que permite saber no solo quienes producen y para que producen ( maximizar la ganancia capitalista a costa de los costos mencionados que son invisibilizados) sino también para quienes se produce encontrando al mercado “partido en dos” por nuestra inserción dependiente y subordinada en la economía mundial. Por un lado se producen commodities para el mercado mundial, forrajeras para alimentar animales y productos derivados de la soja como aceite o harina para producir diferentes productos y por otro los alimentos para el mercado interno son producidos solo para aquellos que tienen la credencial de pertenencia al selecto y privado club del dios mercado. La perdida de soberanía alimentaria lleva a tener que importar productos que tradicionalmente se generaban en el país y que son bienes salarios fundamentales en la dieta típica argentina con la correspondiente suba de precios. Además los alimentos que se siguen produciendo en el país no abastecen en cantidades suficientes la demanda de toda la población por ende, suben los precios pudiendo acceder a los mismos solo aquellos que pueden pagarlos. De esta forma encontramos inmensos sectores de nuestra sociedad totalmente excluidos del derecho más elemental a una alimentación sana y saludable (propiedades que por otro lado, la soja transgénica dista de tener).
También podemos mencionar que el donde se produce no toma en cuenta los ecosistemas arrasando con los equilibrios ecológicos con perdidas de elementos incalculable en un país tan diverso y rico como el nuestro. La lógica simplemente determina que hay que producir allí donde se minimizan costos, aprovechando ventajas comparativas y la intensificación de inversión de capital para aumentar productividades y seguir manteniéndose a flote en la guerra de la competencia capitalista descarnada. De esta manera se llevan adelante procesos de deforestación buscando ampliar la frontera agrícola alterando los equilibrios ecológicos, generando consecuencias nefastas como sequías o inundaciones y ocasionando procesos de desertificación de los suelos por pérdida de nutrientes y la correspondiente “arenizacion”.
El como se produce en el modelo sojero actual es clarísimo. Siembra directa, uso de pesticidas y herbicidas, agricultura sin agricultores, concentración de las inversiones de capital, todo en función de maximizar ganancia privada calculada en base a supuestos erróneos y que solo considera el corto plazo y una visión reducida y privada de la complejidad social y ecosistémica. Es condición necesaria desconocer toda complejidad para poder legitimar esos cálculos errados y simplistas.
Hay que entender que además se da un proceso de subsidiarizacion de la actividad ya que aproximadamente un 20% de los dólares de exportación resultan de los minerales y la fertilidad del suelo que por las particularidades de dicho modelo productivo no se cobran. Como sostiene Bacci “nuestro suelo agrícola tenia 60 partes por millón de fósforo no renovable y en la actualidad solo posee 12 partes por millón, la soja es dos veces mas exigente que el maíz. Aun no se han calculado los costos de los desmontes, de la destrucción de la biodiversidad, ni los costos de la contaminación y las enfermedades producidas por los agrotóxicos.”
Finalmente, con que se produce también queda en evidencia. Por no conocer la complejidad medioambiental solo se utilizan una parte ínfima de los elementos naturales devenidos recursos despilfarrando y degradando un patrimonio ecológico gigantesco e incalculable y utilizando de forma parcial aquellos elementos devenidos recursos por el “ ojo valorizador del capital”.
Esto además de las implicancias medioambientales que genera y que he ido desarrollando, tiene consecuencias económico sociales también mencionadas entre las cuales es preciso señalar la perdida de soberanía alimentaria en cuanto relación causal con el proceso de sojizacion y en cuanto dicha perdida genera bolsones de hambre y miseria en cantidades alarmantes, con indicadores propios que han llegado a ser los de un país de posguerra, donde el arma es la lógica capitalista y las muertes y los desastres son silenciados pero de cualquier forma existen.
Quedan pendientes para otros trabajos analizar las implicancias de la producción de biodisel y el surgimiento del maiz RR modificado geneticamente.
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